Este proyecto se enmarca en un entorno rural caracterizado por una ribera montañosa conocida como el Monte de la Cruz. El terreno está delimitado por los restos de una antigua balsa de grandes dimensiones; y, en el centro del mismo, se hallaban las ruinas de una antigua vivienda construida con la misma piedra que la balsa.
El cliente es una persona con movilidad reducida que para desplazarse necesita del uso de una silla de ruedas. Por esta razón, el objetivo era crear un espacio de descanso y ocio en un entorno natural, en el que se diluyeran las barreras arquitectónicas que estos espacios suelen presentar.
Con esta premisa trazamos un diseño basado en tres zonas concéntricas, de usos diferenciados, jugando con pavimentos de distinta textura y dureza.
En primer lugar, una capa externa con un firme más rústico (gris en el plano) abraza la zona de baño con pavimento blando (zona verde) y la vivienda de uso ocasional (beige) con una textura lisa en el suelo que facilita un desplazamiento más cómodo en silla de ruedas.
El área de merendero la ubicamos entre los olivos preexistentes del lugar, concebida como un espacio de sosiego donde la persona pueda apoyarse y descansar sobre la mesa fija, a la par que disfrutar de las vistas panorámicas del Monte de la Cruz, de gran valor simbólico y emblemático en la zona.
Así mismo, hemos reutilizado la piedra local para la construcción de dos muros que delimitan la intervención. De esta manera, extendemos la sensación de continuidad con la balsa preexistente.
La accesibilidad a la piscina queda asegurada mediante una rampa de dimensiones adecuadas. Esta no solamente está adaptada para el ingreso con una silla anfibia sino que sirve de playa o solarium para el resto de usuarios de la piscina.
Como conclusión, queremos insistir en que es posible y necesario integrar la accesibilidad en cualquier entorno, priorizando el confort del usuario, y sin sacrificar por ello la belleza natural o arquitectónica del lugar.