Este proyecto se enmarca en un entorno rural caracterizado por una ribera montañosa conocida como el Monte de la Cruz. El terreno está delimitado por los restos de una antigua balsa de grandes dimensiones; y, en el centro del mismo, se hallaban las ruinas de una antigua vivienda construida con la misma piedra que la balsa.

El cliente es una persona con movilidad reducida que para desplazarse necesita del uso de una silla de ruedas. Por esta razón, el objetivo era crear un espacio de descanso y ocio en un entorno natural, en el que se diluyeran las barreras arquitectónicas que estos espacios suelen presentar.

Con esta premisa trazamos un diseño basado en tres zonas concéntricas, de usos diferenciados, jugando con pavimentos de distinta textura y dureza.

En primer lugar, una capa externa con un firme más rústico (gris en el plano) abraza la zona de baño con pavimento blando (zona verde) y la vivienda de uso ocasional (beige) con una textura lisa en el suelo que facilita un desplazamiento más cómodo en silla de ruedas.

El área de merendero la ubicamos entre los olivos preexistentes del lugar, concebida como un espacio de sosiego donde la persona pueda apoyarse y descansar sobre la mesa fija, a la par que disfrutar de las vistas panorámicas del Monte de la Cruz, de gran valor simbólico y emblemático en la zona.

Así mismo, hemos reutilizado la piedra local para la construcción de dos muros que delimitan la intervención. De esta manera, extendemos la sensación de continuidad con la balsa preexistente.

La accesibilidad a la piscina queda asegurada mediante una rampa de dimensiones adecuadas. Esta no solamente está adaptada para el ingreso con una silla anfibia sino que sirve de playa o solarium para el resto de usuarios de la piscina.

Como conclusión, queremos insistir en que es posible y necesario integrar la accesibilidad en cualquier entorno, priorizando el confort del usuario, y sin sacrificar por ello la belleza natural o arquitectónica del lugar.

 

La vivienda «Con Vistas y Gatos» se alza audazmente sobre una parcela triangular, desafiando la gravedad con su pendiente pronunciada. El objetivo de dirigir las vistas hacia el imponente Carrascoy guía cada decisión de diseño, marcando el rumbo de esta estructura única.

 

 

Para aprovechar al máximo el espacio exterior, se ha compactado hábilmente la vivienda. Esta estrategia libera amplios espacios al aire libre, invitando a disfrutar del entorno natural circundante sin restricciones.

 

Mientras tanto, la zona de noche ofrece un refugio tranquilo con vistas panorámicas del Carrascoy, proporcionando un escenario ideal para el descanso y la contemplación.

 

 

La vegetación circundante abraza la vivienda con naturalidad, fusionándola con su entorno. Este equilibrio entre arquitectura y naturaleza crea un espacio donde los gatos pueden vagar libremente y los residentes encuentran serenidad en medio del bullicio diario.

 

La Vivienda «Entre Pinos» se sitúa en el límite entre lo urbano y lo natural, con una parcela caracterizada por su notable desnivel. Esta posición estratégica establece una conexión única entre lo urbano y lo natural, con el acceso principal ubicado en la parte inferior de la vivienda, actuando como una puerta entre ambos mundos.

 

 

El diseño de la vivienda crea una clara separación entre dos espacios distintos. Por un lado, se encuentra una zona recreativa, destacada por una cancha de baloncesto, donde la actividad y la diversión se mezclan en perfecta armonía. Por otro lado, emerge un oasis íntimo, donde el agua y la naturaleza se fusionan para crear un entorno sereno y relajante.

 

 

La fachada y el vallado han sido cuidadosamente diseñados para integrarse armoniosamente con el entorno circundante, marcando las vistas hacia el paisaje natural.

 

 

Esta integración sutil asegura que la vivienda se convierta en parte del paisaje, en lugar de competir con él, creando así un ambiente de tranquilidad y conexión con la naturaleza.

 

La intervención parte del deseo de crear un oasis doméstico que combine funcionalidad, belleza y respeto por el entorno. La construcción de la piscina de obra se integra con sensibilidad en el espacio existente, apostando por materiales nobles, tonos claros y texturas que evocan la estética tradicional mediterránea.

La vegetación, cuidadosamente seleccionada, no solo aporta frescura, sino que actúa como un elemento estructurante, conectando visual y sensorialmente todos los rincones del patio.

El diseño crece como familia residente, permitiendo que los espacios exteriores se transformen con el tiempo, acogiendo nuevas dinámicas,  encuentros o momentos de descanso.